Carta Abierta

Querido (a) Lector (a):


Un saludo cordial a nuestros vecinos, familiares y amigos especialmente a aquellos que a diario realizan su lucha para seguir adelante por una mejor calidad de vida y por un mejor país.
No ha sido fácil adaptarnos al cambio obligatorio que nos trajo esta pandemia provocada por el Covid-19 a nivel mundial. Sin embargo aquí estamos.

No sabíamos de toques de queda, ni de distanciamiento social. Nunca nos habían prohibido la chamusca en los campos, la reunión en la tienda de la esquina para ponernos al tanto de los por menores de nuestra tierra y deleitar de los mejores chistes, bromas y pasadas de grupo. 
No sabíamos de correr porque sólo quedan 15 minutos para las 6 y ya empieza el toque de queda, nunca le habíamos pedido a familiares y amigos que se quedarán en casa y que evitaran visitarnos especialmente si uno de nosotros presenta los síntomas de dicha enfermedad.
Nos correspondió adoptar palabras como: clases en línea y teletrabajo, subimos de peso por culpa del sedentarismo y las consecuencias en un tiempo puedan ser graves, y entre las peores cosas nos tocó que enterrar a nuestros seres más amados de la peor forma que jamás hubiéramos imaginado con mucho pesar, sin la oportunidad de despedirlos por última vez con honores, no fue posible encaminar el cuerpo de nuestros fallecidos hasta el campo santo y darle el último adiós a nuestros amigos y familiares queridos.
Las tradiciones como la feria patronal, el campeonato de papi futbol, las carreras de cinta, el agasajo del 10 de mayo, la antorcha del día de la independencia, las excursiones de la escuela y tantas cosas más que solo quedaron como recuerdos y se comenta ¿Cómo era en aquella época?, como si se tratase de más de 100 años atrás.
Salir al balcón o la terraza y ver quién después de las 6 de la tarde merodeaba las calles y huía por callejones del barrio para no ser  detenido por los agentes policiales al ser sorprendido infringiendo la ley, ya que con el confinamiento y las tantas prohibiciones nos robaron la paz y la libertad.
Pero no todo fue malo; aprendimos a sonreír y comunicarnos con los ojos que son las ventanas del alma porque la mascarilla o cubrebocas no nos deja ver los detalles que nos brinda una sonrisa, aprendimos a compartir más tiempo en casa con nuestros familiares, también empezamos a administrar nuestro tiempo, aprendimos a valorar la importancia de de estar juntos y aún más de ser libres.
Pero a pesar de todos los altibajos hemos aprendido a adaptarnos a ese brusco cambio poco a poco, aprendimos a ser valientes, perseverantes y resilientes, hemos sido fuertes y lo seguiremos siendo con la ayuda de Dios.


Te animamos a seguir adelante sin desmayar que todo sacrificio al final del camino tiene su recompensa.


Jr.